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martes, 18 de septiembre de 2012

Adiós a los inviernos!

Mi relación con la tormenta es muy privada. Discuto, peleo y abrazo muy bien mojada, pretendo el momento para siempre. Aunque no hay nada místico en nuestro lazo siempre puedo sentir cuando comienza y se va, y me gusta disfrutar de todo el proceso.  
Hay un llamado y una amenaza, me convoca el viento y asusta la calma. Porque la tormenta no avisa, ella advierte. Sorprende con gotas la piel, termina reuniones, rompe la monotonía. Es un ciclo que puede durar minutos o días y en mi caso importa cada momento. 
Creo que la tormenta es una buena síntesis de mi personalidad y en este invierno interno he llegado a conocerme y desconcertarme gracias a ella. Me ha llevado de viaje por diferentes lugares y me ha dejado plantada y sin rumbo. He descubierto que necesito aferrarme a la tierra para no salir volando detrás de su llamado ya que no nos quieren tan intensas. Me ha inspirado su fertilidad y su destrucción, su poder al decidir quien se va y quien se queda. 
Me llena de lágrimas su llegada y su falta. No hay nada tan deseado y desdeñado como ella.

Hoy llueve, y ella vino con el viento. La observo desde la ventana y me reconozco por que también me he sentido así. Siento celos de toda esa inmensidad que no comparte, los brotes que no vemos, las ramas que no puedo salvar. 
Deseo que termine o que se canse, ansío el brillo sutil de la lluvia mansa. Pero esa es otra parte de su persona y va a suceder solo cuando ella quiera o cuando el viento le de la espalda. 
Generalmente no es influyente, aunque depende mucho de él.

Debo confesar que me he refugiado en la tormenta más de lo deseado y me ha servido de excusa para ir o quedarme. Bajo la lluvia salgo a buscar los ingredientes para una tarta de manzana, o termino hundida entre cobijas. A veces tengo que descalzarme, muchas otras se me da vuelta el paraguas, pero hay momentos que nada me salva del fuego y la estufa. 
Creo que lo que quiero decir es que la tormenta es la contradicción que hacemos de ella. Es el reflejo de mi devenir, de mi entusiasmo y mi cansancio. Es la fuerza que no puedo controlar, una máquina de planes y deseos.


El helado invierno ya no ataca las frutillas, se han servido de él para florecer profusamente. El frío es desarrollo y pausa.


El matorral de habas y coliflor. El uso de paja ha mejorado mucho la tierra aunque he tenido una batalla eterna con los caracoles. Método naturaleza.


Los pimpollos son la señal mas pura de la primavera en nuestro jardín. Es un nuevo ciclo. A ventilar la casa y salir a buscar más señales.